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diciembre 3, 2020 a las 11:58 am #23772
Miren Oderiz
SuperadministradorHola a todas y todos!! Ahora que ha llegado el final del Módulo 1, queremos agradeceros vuestro esfuerzo y participación y daros la enhorabuena por el trabajo realizado. Hemos estado leyendo atentamente vuestras aportaciones sobre las actividades y las preguntas abiertas de los cuestionarios.
Os enviamos a través de este foro de debate algunos comentarios a vuestras aportaciones. Hemos hecho una pequeña selección de aquellas que hemos encontrado interesantes para compartir, ya que sois muchas las personas participantes y los contenidos enviados. Pero queremos deciros que todas tienen gran valor y son muy enriquecedoras, aunque no aparezcan en este espacio.
Estas son algunas de vuestras aportaciones:
Considero que la mayoría de las mujeres no son capaces de abandonar a su pareja agresor, por miedo, ya sea por miedo a quedarse solas, por miedo al fracaso, por miedo a no poder sobrevivir económicamente o al miedo de la vergüenza, del qué dirán.
El maltratador va transformando a su víctima, y alejándola de toda su familia, amigos, hasta que no tiene a nadie, y ésta normaliza dicha situación, cree que tiene que ser así, que no se ha portado bien, o que los hombres son los que deciden que pueden o no hacer las mujeres, y metidos en este rol, es muy difícil de pensar por una misma.
Porque existe una cultura del amor romántico, el amor sufridor que todo lo puede.
Porque la génesis de la violencia de género es la desigualdad y ésta sigue existiendo con los mandatos de género. Porque existe el patriarcado blando o de consentimiento.
Por la indefensión aprendida. Por otros factores como la vergüenza, el miedo, la baja autoestima, la diversidad funcional, el vivir en situación de exclusión, la dependencia económica, el sentimiento de lealtad, la desconfianza en el sistema, las creencias, el aislamiento…Como comentan estas y estos compañeros, no podemos olvidar que la violencia psicológica no aparece de un día para otro. Es una violencia continuada que empieza con comportamientos sutiles y va creciendo en intensidad, de forma que, poco a poco, va minando la autoestima de la víctima. Suele ir acompañada de aislamiento, por lo que las redes para pedir ayuda suelen estar debilitadas.
Está presente, además, el miedo, tanto al agresor como al abandono de la relación. En estas situaciones, la persona que te agrede es la persona que supuestamente te quiere, con lo cual es muy difícil de aceptar que esa persona es capaz de hacerte daño. También hay muchos otros componentes, como la vergüenza a reconocernos como víctimas de violencia ante las demás personas, muchas veces por los juicios externos al respecto en relación a la víctima (cómo puede aguantar tanto, como no sale de esa relación…). Y, por supuesto, la culpa, sobre todo cuando hay hijos o hijas en la relación (cómo voy a hacerles esto a mis hijas/hijos, qué va a hacer él si yo no estoy… No olvidemos que, en muchas ocasiones, los agresores amenazan con autolesionarse en caso de que ella abandone la relación).
Como decíamos en el curso, la culpa y la vergüenza, esas dos poderosas herramientas del patriarcado que perpetúan la desigualdad y la violencia contra las mujeres.
Muchas veces la violencia que ejercen los hombres en el contexto de una relación afectiva no se produce de forma continuada, sino que convive con periodos en los cuales la relación es positiva. Las mujeres en muchas ocasiones intentan relajar la situación, confían en que no se produzca más, etc.
Es difícil salir de una relación vincular donde tanto se ha invertido, además los momentos dulces del ciclo de la violencia crea la fantasía de que la situación pueda solucionarse
Así es, es la fase de la “luna de miel o reconciliación” del ciclo de la violencia. No es tanto que sea un momento positivo o dulce de la relación, ya que ésta es violenta como tal, pero sí que, en esa fase, la mujer víctima de violencia puede confiar en que el agresor cambie, ya que, además, él le pide ayuda para poder llevar a cabo el proceso.
En este caso selecciono la escena en la que la joven habla con su terapeuta de la situación vivida con su pareja cuando ella intenta interrumpir una relación y su pareja no tiene en cuenta su decisión.
En este caso se observa que la chica no tiene conciencia de que su pareja ha podido cometer una agresión sexual, no ha respetado su decisión cuando le transmite que quiere marcharse. Yo pienso la labor profesional debería ir dirigida a ayudarla a identificar esta situación de violencia y otras que pudieran darse en su relación de pareja.
Las agresiones sexuales dentro de la pareja no suelen identificarse fácilmente. Las mujeres hemos sido socializadas en la idea de que son los hombres los que disfrutan de la sexualidad y ellos en que siempre tienen que tener deseo sexual y, además, en que tienen derecho a satisfacer ese deseo. Este tipo de agresiones, llamadas también “violación por confianza” son mucho más habituales de lo que nos imaginamos. Las mujeres llevamos siglos viéndonos obligadas a mantener relaciones sexuales con nuestras parejas, bien por insistencia, por miedo al abandono, porque “se busque a otra” o porque nos puedan llamar “estrechas”. Tiene mucho que ver también en cómo hemos sido educadas en relación a nuestra sexualidad, nuestro derecho al placer y la vivencia con nuestro propio cuerpo. Pero todo este tema de la sexualidad daría para un curso entero…
En los ámbitos de la política, el derecho, la ciencia… antes era impensable la incorporación de la mujer a puestos de poder, reconocer sus méritos profesionales, y hoy en día sí es posible.
Queda mucho por hacer en el ámbito empresarial, donde aún nos topamos con el «techo de cristal» en el acceso de mujeres a determinados puestos dentro de una empresa, o el sueldo diferenciado de hombres y mujeres.Avances importantes en el reconocimiento constitucional de que las mujeres somos iguales ante la ley.
En el mundo laboral, se debe de avanzar, para quitar la brecha salarial, el techo de cristal y la conciliación efectiva y real.
Efectivamente, todavía se produce en nuestra sociedad la división sexual del trabajo; la manera en la que asignamos diferentes trabajos o habilidades en función de la socialización de género y la reproducción de estereotipos. Las mujeres nos hemos incorporado al mercado laboral asumiendo dobles y triples jornadas, ya que los hombres no se han incorporado en la misma medida ni todavía de manera corresponsable a los trabajos de sostenimiento de la vida (cuidados y tareas del hogar). Como consecuencia de esta incorporación a un modelo laboral hecho por hombres y para hombres, las mujeres sufrimos desigualdades como las que comentáis: brecha salarial, techo de cristal, suelos de barro o pegajosos… Debemos plantear un cambio de modelo del mercado laboral para adaptarlo a la nueva realidad e introducir la perspectiva de género en todos los ámbitos y a todos los niveles.
Poder e Ira. El ejercicio del poder por parte del agresor desde la asimetría que conlleva.
La ira es la rabia excedida, porque cuando llega al extremo la rabia que es la emoción se convierte en ira.Las mujeres además de estar siempre bellas y no tener bello, debemos de sacrificarnos por el bienestar de los demás, somos armoniosas y mediamos en conflictos, no gritamos ni nos enfadamos porque somos muy comprensivas, tenemos que sentirnos realizadas a través de la maternidad, etc.
Como comentan estas compañeras, el poder es una de las bases que perpetúan la violencia contra las mujeres porque otorga privilegios y la violencia es una muestra de ese poder de los hombres sobre las mujeres. Los agresores ejercen violencia contra aquellas personas sobre las que creen tener poder, normalmente su pareja y también los hijos e hijas de ésta. El poder masculino no solo se ha sustentado en la máxima de la dominación de las mujeres, sino en el empleo de la violencia, si fuera necesario, para “corregir” los comportamientos de las mismas.
Por otro lado, es cierto que a las mujeres se nos enseña a ser delicadas, a no enfadarnos y mostrar una comprensión y una entrega abnegada, a escuchar y a cuidar a las demás personas antes que a nosotras mismas y, por tanto, no debemos mostrar agresividad ni enfadarnos porque eso no está bien visto y rompe con los mandatos estereotipados de lo que es ser mujer.
Esto tiene que ver con la castración de la agresividad; la agresividad se entiende como un rasgo característico de la masculinidad, es decir, los hombres son educados a través de la resolución violenta de los conflictos. La agresividad es inherente al ser humano pero la violencia no, la violencia es cultural. Las mujeres tenemos derecho a la rabia, al enfado; es un derecho que se nos os han castrado. Pero eso es agresividad, no violencia. La violencia es cultural y busca dañar o destruir. (Importante no confundir violencia con agresividad ni con agresión; esta última es una de las formas de expresión de la violencia, es decir, cuando la violencia se expresa de forma material).
En el ámbito de la medicina y científico, se tienen en cuenta los efectos secundarios de algunos medicamentos y de algunas enfermedades según cómo afecten a hombres y mujeres de manera diferente.
Ha habido grandes avances en el ámbito laboral y formativo, aunque aún queda mucho por conseguir. Sin embargo, creo que es urgente la aplicación de la perspectiva de género en el ámbito de la salud.
Especialmente en el ámbito de la medicina ha existido, y sigue existiendo, un claro androcentrismo: el hombre en el centro y como medida de todas las cosas. Los estudios médicos, la eficacia de los medicamentos, los síntomas de muchas enfermedades (especialmente coronarias), etc., se han medido y estudiado en base a un modelo hombre. Ahora estamos viendo que nuestros cuerpos no responden igual ante los medicamentos o no muestran los mismos síntomas ante las enfermedades. Así que muchas mujeres no son diagnosticadas a tiempo porque ni siquiera nosotras somos capaces de identificar qué nos está ocurriendo. Así tenemos a miles de mujeres medicadas con ansiolíticos o a las que no se realizan pruebas médicas por este desconocimiento.
Podríamos entrar a hablar de las enfermedades ginecológicas, donde apenas se hacen estudios o avances significativos, a pesar del esfuerzo de muchas profesionales. ¿Qué ocurriría si fueran millones de hombres en el mundo los que padecen enfermedades tan comunes y dolorosas como la endometriosis? Dejo la pregunta abierta por si queréis comentar algo, pero es otro tema que daría para un debate muy largo e interesante.
Creo que es urgente que los medios de comunicación hagan un tratamiento diferente de este tema, que no quede en lo meramente informativo sobre sucesos de malos tratos.
Sí, compartimos la misma opinión. Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en la visibilización de las diferentes violencias, pero también en su perpetuación, ya que el lenguaje y la forma de contar las cosas es fundamental. La mayoría de los medios de comunicación tienen pendiente un gran trabajo para no visibilizar únicamente los feminicidios como violencia de género; si no damos visibilidad a todas las desigualdades y violencias que sustentan estos asesinatos, jamás terminaremos con ella. Y, por su enorme influencia en las y los ciudadanos como espectadoras y espectadores, tienen una responsabilidad social como altavoces poderosos e indispensables en esta lucha.
Seguiremos añadiendo comentarios a vuestras aportaciones en el siguiente módulo. Si os apetece responder y comentar algo sobre lo dicho hasta ahora o dejar alguna de vuestras aportaciones que no han aparecido en este foro de debate (como os decimos, han sido cientos de aportaciones, todas ellas muy valiosas), podéis añadirlas como respuesta.
Gracias de nuevo por vuestro esfuerzo y por compartir vuestras experiencias, opiniones y saberes. Es maravilloso leeros y ver vuestro interés e implicación en un tema como este.
Seguimos adelante!! Ánimo y seguid así. Buen trabajo!!
Un abrazo
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